Un Sísifo moderno
Cuando era chico, intenté ser jugador de fútbol, pero me frustó el sueño un técnico que, a pesar de que tenía la obligación de hacernos jugar a todos, prefería asegurarse la victoria desconociendo su deber: en un partido de domingo, me hizo entrar faltando cuarenta y cinco segundos. Después de haber calentado, corrí a mi posición y no había alcanzado a llegar cuando el árbitro sonó el pitido final. Ahí dejé el fútbol. De jugarlo y de verlo. Sin embargo, siempre admiré a los que gustan de él.
El fútbol tiene conceptos que me son ajenos: wing derecho, carrilero central, 4–4–2, doble cinco, falso nueve. Los expertos (o los que disfrutan de aparentar serlo) hablan de este deporte como si de ingeniería aeroespacial se tratara. Y si la teoría no alcanza, fundamentan con pasión.
Algo parecido me pasa con la mecánica; tengo un grupo de amigos que, siempre que alguno tiene un problema con el auto, se reúne en cónclave para conjeturar sobre el posible problema y encontrar la solución. “Es la crapodina”, dijo alguien alguna vez y yo anoté la nueva palabra en mi cuadernito. Parece un cuento, pero nunca repiten el nombre de una pieza. Ante cada nuevo problema, nombran una nueva parte del auto. Una pequeña, angulosa, grasienta y metálica pieza, cuyo nombre nunca había surgido antes en una discusión. Algo parecido me pasa con el fútbol.
Pero, por suerte, no soy bengalí, sino argentino. Y aunque no sepa nada de balompié y no mire los partidos todos los fines de semana, existe Lionel Messi y cada vez que juega me da una clase maestra. Por eso siento un poco de lástima al verlo esforzarse tanto y no conquistar lo que se propone.
Recuerdo ahora la vez que tuve la suerte de verlo en una cancha. Era también en una Copa América y Argentina jugó contra Uruguay. Lo vi intentar muchas y que no le saliera ninguna. En un momento, se dejó caer para adelante, peso muerto, contra el césped verde. No puedo olvidar esa imagen, su silueta blanca y celeste recortada. Eran los comienzos de su maldición.
Así que eso es lo que tenemos: un jugador que puede mostrarle la simpleza del fútbol a legos como yo, pero que, de todas formas, no puede evitar ser aplastado bajo el peso de su propia humanidad. Es un Sísifo moderno condenado a cargar una y otra vez la misma piedra.
Publicado originalmente el 27 de junio de 2016 bajo el título No saber nada de fútbol.