Las profecías del señor Aira
Los últimos días de Nostradamus es la más reciente novela del prolífico escritor César Aira. Salió de imprenta el 6 de octubre de 2022, el mismo día que abrió la Feria de Libro de la ciudad de Paraná, Entre Ríos. Hace unos días, el sábado 8, en esa misma feria, me encontré casi por casualidad con los editores de Neutrinos y también casi por casualidad uno de ellos mencionó que acababan de publicar este libro. Sin pensarlo dos veces, lo compré. Y al otro día lo leí.
Entonces, ¿de qué va Los últimos días de Nostradamus? Lo primero que hay que decir es que es una novela. Cuando apareció la tapa en las redes, algunos lectores se preguntaron si no se trataría de un libro de poemas, ya que ese es el género principal de la editorial. Pues no. Dicho sea de paso, en la penúltima página del libro, bajo el logo del sello, que es una cabeza de carpincho que asoma del agua, se puede leer “Neutrinos, editorial litoraleña de poesía y textos satelitales”.
Si bien la inclusión de un libro de César Aira en su catálogo no requiere justificación para ninguna editorial argentina (o incluso del mundo), el libro queda plenamente justificado por el paratexto anterior ya el protagonista de la historia se define, antes que nada, como un poeta:
“En distintos momentos de su vida lo habían conocido como herbolario, boticario, médico, astrólogo, consultor político, sin contar con los rumores infundados que lo hacían brujo o interlocutor de los muertos”. “Él por su parte, se consideraba un poeta. Todo lo demás se daba por añadidura”.
Lo anterior me da pie para hacer otra observación, inspirada en este nuevo género literario que son los comentarios en las redes sociales. Un lector se lamentaba: “Que Aira no me haga ilusionar porque ya sabemos cómo es la cosa. La primera página habla de Nostradamus para después pasar a las vicisitudes de una mosca en una carnicería de Morón”. Otra vez la respuesta es no. No es “ese tipo” de libro de Aira, en el que prima el desenfreno hacia adelante en sacrificio de una cohesión o unidad que algunos lectores le reclaman. Las páginas del libro le responden:
“Sus ideas se iban desenroscando muy poco a poco, había que dejarlas que se abrieran al mismo ritmo en que se abrían las flores”. “A la tentación de la velocidad, la tenía a raya”.
Con los dos ejemplos anteriores, ya puedo exponer la tesis, que se saborea desde los primeros capítulos. Este es uno de esos libros en los que Aira se pone en la piel de otro escritor para mostrarnos ideas propias, para hablar de su oficio, para responder (o solo es una ilusión creada por un genio aún mayor, pero en ese caso, qué importa). Con Nostradamus como excusa, se habla del paso del tiempo como concepto, las metáforas, los lectores, las críticas (el exceso de producción, la frivolidad), la vejez, la doble vida (el vecino burgués y la celebridad a extramuros), el éxito a destiempo. Así empieza uno de los capítulos:
“La brevedad, la concisión, que para algunos hacía seductoramente misteriosos sus escritos, lo desacreditaban a los ojos de los lectores más groseros para quienes la cantidad de páginas de un volumen era la garantía de que su autor tenía algo importante que decir”.
En este sentido, podría relacionarse con libros como Cumpleaños o Lugones. Al igual que el segundo, es un libro escrito en tercera persona. Hay alguien que nos narra los últimos días de Nostradamus. Y no es un observador externo, al contrario, metiéndose íntimamente en su pensamiento, logra la mímesis inversa. No es que Aira sea Nostradamus en este texto; Nostradamus (quiero leer) es Aira. Y es, además, un narrador que ensaya. Dos curiosidades finales a modo de apunte. A pedido del autor, el libro no tiene texto de contratapa. Y la novela, a diferencia de muchos libros de César Aira, no está fechada.
Nota: este texto fue publicado originalmente en Cuadernos Waldhuter en 2022.