La madre de Jack Reacher

Juanjo Conti
5 min readOct 18, 2021

Uno de los primeros días de 1990, en medio de una investigación, con la caída del muro de Berlín como escenario y cuando todavía era policía militar, Jack Reacher habla con su hermano.

“Recibí una llamada”, le dice Joe.

“¿De quién?”.

“Del médico de mamá”.

“¿Sobre qué?”

“Se está muriendo”.

Jack Reacher pone en pausa la investigación (un general de dos estrellas ha aparecido muerto en un motel) para viajar a París. Se encuentra en el mostrador de Air France con su hermano, que ya se ha encargado de reservar dos pasajes para el primer vuelo de la mañana. “Hola, hermanito”, le dice Joe y lo invita a tomar café.

Jack Reacher quiere saber exactamente qué ha dicho el médico. “Poca cosa”, contesta el hermano, “a los médicos europeos no se les da bien dar malas noticias”.

Después de volar durante el día, llegan a París y toman un taxi hacia el departamento de la madre. Joe saca una llave y abre el portal ante la mirada de sorpresa de su hermano menor.

La encuentran muy delgada, encorvada. Mucho más avejentada que la vez anterior. Solo sus ojos están igual a como Jack Reacher los recuerda, “azules, alegres y risueños”. Después de algunos rodeos, la madre les cuenta lo que le pasó. Hace dos semanas, un auto la atropelló y le rompió la cadera. “¡¿Cómo no nos lo dijiste?!”, se sobresaltan los hijos. Pero ese no es el problema principal. Le hicieron una radiografía y lo encontraron.

“¿Qué?”, preguntan ellos.

“Tengo cáncer”.

El mal la aqueja hace un año, pero no había dicho nada. ¿Por qué no lo hizo?, le reclaman. No hay respuesta. Leemos: “Se encogió de hombros. Muy francesa, muy femenina, muy obstinada”.

Solo tiene sesenta años y hace dos que murió su esposo. A la pregunta de cuánto le queda, ella responde que no mucho.

Esa noche van a cenar al Polidor, un clásico restaurante parisino de principios de siglo. A pedido de la mujer, caminan las últimas cuadras del trayecto. “Yo diría que la rue Monsieiur le Prince bien podría ser la calle más parisina de toda la ciudad. Estrecha, diversa, un tanto sórdida…”, narra Reacher. Al otro día desayunan juntos.

Lo anterior ocurre antes del capítulo siete de El enemigo, la octava novela de Jack Reacher escrita por Lee Child. Luego el protagonista vuelve a los Estados Unidos a continuar con su investigación.

Una versión más joven de Josephine Reacher, la madre de Jack Reacher, aparece en el cuento “Segundo hijo”. Al principio de esta historia, Stan Reacher, su esposa y los dos chicos acaban de llegar a una base militar en Okinawa. Se dice de la madre de familia: “…era una mujer brillante, vivaz, enérgica, a los cuarenta y cuatro años todavía curiosa por el mundo”.

En el cuento, se la muestra como Reacher la recordaría más de cuarenta y cinco años después en la novela Personal: “A todo le encontraba el lado bueno. Era capaz de entrar en la última casa de marines de mala muerte que nos hubieran asignado, soltar una carcajada, sonreír después y comentar: Hogar dulce hogar”.

Casualmente, Josephine Reacher abandona la trama del cuento a la mitad para viajar a París porque su padre está muy enfermo y a punto de morir.

Leslie Fray aparecerá como una joven Josephine Reacher en la primera temporada de Reacher de Amazon Prime

Más adelante en El enemigo, la investigación lleva a Jack Reacher a Alemania. Antes de viajar llama a su hermano:

“Dada las circunstancias, no puedo ir a Alemania y no hacer escala en París a la vuelta”.

“No, supongo que no puedes’’, le contesta el hermano.

Deciden ir juntos a visitarla. Reacher viaja un día antes desde Frankfurt y su hermano, desde Washington. Lo busca en el aeropuerto. Cuando llegan al departamento de su madre ven un coche fúnebre estacionado afuera.

En la discusión de si podrían haber llegado antes o de si deberían de haberse quedado la semana anterior, Jack Reacher dice algo que, leídas las páginas siguientes, es revelador: “No quería que nos quedáramos. No era parte de su plan. Le gustaba la privacidad. Era nuestra madre, pero no era lo único que era” (el recorte y el subrayado es mío).

Más tarde, comenta Joe: “La vida es lo más extraño que hay. Una persona vive sesenta años, hace todo tipo de cosas, aprende todo tipo de cosas, siente todo tipo de cosas y, luego, se acaba”. “Nosotros la recordaremos siempre”, dice Reacher. “No. Recordaremos partes de ella. Por lo tanto, el resto ha dejado de existir”.

Entonces sucede algo inesperado. Un anciano que se había presentado en el departamento de la madre antes de que ellos llegaran les entrega un paquetito. En el paquete hay una medalla y un libro. El libro cuenta una historia desconocida para ellos. La historia de su madre, con trece años, como miembro de la resistencia francesa contra los nazis. Su trabajo consistía en acompañar a pilotos que habían caído en territorios controlados por los alemanes para que puedan cruzar Francia en tren y llegar a España. Se hacía pasar por la sobrina o la hija de estos hombres, que fingían estar enfermos o dormidos o ser mudos para que la niña hablara si un soldado los detenía y los interrogaba.

En Personal, la novela antes mencionada, treinta años después de la muerte de Josephine Reacher, su hijo, que ahora tiene más de cincuenta, es subido a un avión de imprevisto y enviado a París a intentar capturar a un francotirador que atentó contra el presidente de Francia. Después de pasar menos de un día en la ciudad, lo suben del mismo modo en un auto con destino al aeropuerto para regresar. Junto a él va una superior, pero de todas formas Jack Reacher le pide al chofer hacer una parada antes de salir a la autopista.

Bajan en el mismo cementerio donde están enterrados Édith Piaf y Jim Morrison. Recorre el camino de memoria hasta que encuentra la lápida. Josephine Reacher, 1930–1990. La superior le pregunta cómo es que su madre está enterrada en ese lugar, “es un honor”. “Por sus distinguidos servicios militares”. “¿En qué guerra?”. “En la segunda”. “¡Pero si tenía quince años cuando terminó!”, se sobresalta ella. Reacher le cuenta la historia que descubrió luego de la muerte de su madre, en un librito que les entregó un anciano.

Finalmente, antes de irse, Reacher cierra los ojos y recuerda la última vez que la vio con vida. A la hora del desayuno, con sus dos hijos ya crecidos, en un departamento en París.

Personal, de Lee Child

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Juanjo Conti

Information Systems Engineer from Santa Fe, Argentina. Amateur writer.